Crítica Nightcrawler

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Pues sí, es un estupendo thriller. Que Jake Gyllenhaal encarna a la perfección a Louis Bloom un personaje soberbiamente elaborado, también. Por supuesto, tiene un guión muy bien estructurado y conjuga a la perfección escenas de acción trepidante con la tensión narrativa del cine negro, no te quepa duda. Pese a todo esto que debería ser suficiente para poder degustar este guiso cinematográfico y quedar saciado sin necesidad de echar la mano a la cesta del pan ni esperar ansiosamente la carta de postres, finalmente quedas satisfecho pero con cierto regusto a que con una más acertada condimentación el resultado hubiera sido espectacular. Culinariamente hablando, a Nightcrawler le ha ocurrido exactamente esto.

Esencialmente cautivador y afinadisimo enfoque sobre el periodismo que se practica de los medios de comunicación masivos, concretamente en los audiovisuales.
Muy hábil y sarcástico la construcción del personaje de Louis Bloom, con un complejo y acusado de trastorno de la personalidad y problemas de sociabilidad es conducido, en parte por azar y en parte por una acuciante situación de desempleo, hacia una fuente de negocio como el periodismo de impacto.
Un accidente de tráfico que presencia y donde un improvisado “paparazzi” autónomo, freelance para los “esnob”, le proporciona la clave para su nuevo y fructífero negocio.

A medida que las productoras van adquiriendo sus reportajes donde se muestran las tragedias sin escatimar en crudeza, Louis Bloom va aumentando su experiencia y su conocimiento en detrimento de sus escrúpulos. Todo esto esto va haciendo que crezca la película ya que la relación con las personas con las que trabaja y se relaciona van evolucionando insanamente, como cabría esperar, y en su espiral de degradación no le importa provocar situaciones dramáticas que le reporten imágenes a cual más impactantes.

Todo esto está muy bien desarrollado pero dado un punto, el guión parece estancarse en una situación que se repite una y otra vez y donde el personaje no evoluciona hacia ningún punto.
Quizás el final, pese a lo precipitado, si aporta un grado más al personaje aunque desgraciadamente fatalista.

Finalmente, se trata de una película de una gran inteligencia en su planteamiento y con una dosis de crítica ácida hacia el periodismo, en general, y en particular sobre el desafortunado territorio hacia donde se dirige, sin no solo perder su esencia de thriller.

Autor: Carlos Gómez