Crítica Milocrorze
Extravagante y fascinante a partes iguales esta propuesta cinematográfica de Yoshimasa Ishibashi. “Milcrorze” narra con muchísimo humor tres historias relacionadas con el amor, todas ellas interpretadas con gran acierto por Takayuki Yamada al que ya vimos en películas como “13 Asesinos” (“Jûsan-nin no shikaku”) de Takashi Miike. Tres historias capaces de tener su personalidad propia, funcionar perfectamente como episodios individuales y no desencajar en el conjunto de la película. “Milocrorze” juega durante su hora y media de duración en el filo de una navaja, el juego que propone Ishabashi con su arriesgada mezcla de géneros podría pasar de lo sublime a lo ridículo en un abrir y cerrar de ojos y aunque obviamente hay momentos mas logrados que otros, el director japonés logra salir airoso del reto y nos regala con “Milocrorze” una película realmente entretenida y que se pasa volando.
“Milocrorze” se abre con la surrealista historia de Overeneli Vreneligare, un niño enamorado de una chica con la que se ha encontrado en un parque. Esta primera historia tanto por la forma en la que esta contada como por el uso del humor y por la saturación de colores de la que hace gala nos hacen recordar “Citizen Dog” (“Mah Nakorn”), soberbia cinta de Wisit Sasanatieng injustamente tratada por los distribuidores en España cuyo visionado se ha limitado a unos pocos festivales y que une magistralmente el humor mas surrealista con una típica historia de amor para conseguir una fascinante mezcla que hace de esta cinta una película realmente adictiva difícil de olvidar. (Es ver los cinco primeros minutos y no querer dejar de verla). Ishibashi no logra lo que consiguió su colega Sasantieng con “Citizen Dog” pero se acerca bastante y el primer fragmento de “Milocrorze” resulta un sorprendente inicio capaz de captar nuestra atención que consigue dejarnos con ganas de más.
La segunda historia, la mas hilarante de las tres y donde su protagonista se muestra totalmente desatado se beneficia claramente de una increíble banda sonora (La música de “Milocrorze” fue creada por tres personas, un compositor de música para películas, un especialista en Jazz y por el propio director que compuso personalmente la música que baila Besson en este fragmento. Para Ishibahsi la música venia antes que la imagen y por momentos en “Milorcrorze” el gozo auditivo llega antes que el visual). La historia de este consejero sentimental que ayuda a jóvenes enamorados a conseguir captar la atención de sus amadas es de lo más divertido que he visto en mucho tiempo. Esos consejos y esos bailes con los que nos deleita el protagonista consiguen arrancarnos la risa y en algún momento incluso la carcajada. Por un lado es una pena que la duración de esta historia sea la mas corta de las tres pero por otro lado la desmesura de la misma nos lleva a pensar que alargar el chiste le hubiera hecho perder la gracia.
La tercera historia narra la desesperada búsqueda por parte de su protagonista, Tamon, del amor arrebatado por unos secuestradores que parecen los moradores de las arenas de “Star Wars”. Aquí Ishibashi vuelve a apropiarse del espíritu de “Citizen Dog” para el arranque de la historia hecho este que vemos claramente en la escena de las floristería, pero el director japonés se aleja pronto de ella para mezclar el humor, el drama y el cine de samuráis en la historia de mas calado de las tres que componen “Milocrorze”. Ishibashi nos deja una gran escena de lucha, un gran plano donde se usa de manera mas que notable la cámara lenta para recalcar la espectacularidad de la pelea, una escena que nada tiene que envidiar a esa gran lucha en un pasillo de “Old boy”. Pero si algo hay en “Milocrorze” es desmesura y esta escena es un claro ejemplo de ello, momento soberbio lastrado por la excesiva duración de la escena que hacen que el espectador acabe tan deslumbrado como cansado. Esta escena no es un plano secuencia rodado en una sola toma, un decorado de 30 metros dividido en 4 partes sirvió al director japonés para rodar esta escena en cuatro tomas diferentes. El propio director reconoce que lo complicado no fue el rodaje en si, si no la preparación de la escena, el estudio, el análisis de la coreografía y la situación de los actores dentro de la misma.
Ishibashi conecta las tres historias de “Milorcroze” de manera desigual. Mientras la segunda y tercera historias protagonizadas por Besson y Tamon están relacionadas mediante una escena que nos hace saltar de una a otra, la relación existente entre la primera y la segunda no deja de ser meramente anecdótica usando para ello el gato de Overeneli Vreneligare. Y es que estéticamente juntar la historia de este joven chico con la de Besson resultaba, según el propio director, un trabajo realmente complicado cosa que no ocurría entre las otras dos historias donde era mas fácil que ambas historias tuvieran un punto común hablando desde el punto de vista estético. “Milocrorze” es una película realmente entretenida, un placer auditivo y estético que se beneficia de un actor en estado de gracia que se enfrenta a un complicado reto: representar a tres personajes que son un reflejo de la propia personalidad del director. Ishibashi arriesga y sin ningún tipo de dudas sale ganado, “Milocrorze” es una gran película que merece la pena ver y disfrutar.
Lo Mejor: Los bailes de Bussan, ese extravagante consejero sentimental
Lo Peor: La desmesura puede, a veces, jugar en su contra.
Año: 2011
Genero: Comedia
Duración: 90 min
Director: Yoshimasa Ishibashi
Guión: Yoshimasa Ishibashi
Música: Yuko Ikoma, Osami Kubota y Yoshimasa Ishibashi
Interpretes: Takayuki Yamada, Anna Ishibashi, Sayaka Fukita, Mieko Harada, Mayuko Isawa, Maiko, Keiji Mutô, Eiji Okuda
Sinopsis: Tres historias relacionadas con el amor: la de un chico obsesionado por la pérdida, la de un extravagante consejero sentimental y la de un joven que hará todo lo posible por recuperar a su amada que ha sido secuestrada. Tres estrambóticas historias llenas de humor y momentos del todo surrealistas.