Crítica La Red Social
Facebook. Ustedes lo conocen, seguramente tienen su propia página y habrán pasado horas colgando las fotos de esas fiestas en las que salen más guapos, curioseando en los muros de completos desconocidos y buscando a antiguos compañeros de colegio y viejos amores. En un mundo con 500 millones de miembros asociados a ese medio, el público potencial de La Red Social es, a priori, bastante apetecible. Más cuestionable es hasta qué punto puede la niña del piercing en el labio sentirse interesada por el friki que lo creó y sus problemas legales. Para el espectador más exigente el reclamo es David Fincher, director de películas tan sobresalientes como Seven, The Game, El Club de la Lucha y El Curioso Caso de Benjamin Button. Para esa audiencia hay buenas noticias. La Red Social es un largometraje que está bien rodado y bien interpretado. No sólo trata, aunque también, de la gente que no tiene vida social y sólo es alguien en función de su ordenador. No sólo retrata, aunque también, la patética condición humana sublimada en una generación con una vida virtual, con amigos virtuales y emociones virtuales. No sólo muestra, aunque también, un mundo de millones de falsos amigos, de soledad desesperada que fantasea con sexo ocasional y exhibe ridículamente su lado favorecedor. La Red Social cuenta una historia sobre la ética (o la falta de ella) del éxito que se basa en el trabajo.
Las malas noticias son que es posible que ese mundo no les interese. No es que La Red Social sea una mala película ni que no esté bien hecha. El problema es que si les cuesta entrar en una historia regida por la popularidad y los clubes exclusivos universitarios, pueden contemplar con desgana las puñaladas traperas que se cruzan un grupo de jovencitos presuntuosos, guapos y estilosos que se acaban asemejando a los protagonistas de una versión culta de Sensación de Vivir. Da igual que al final quiera dejar el mensaje de que el dinero no da la felicidad, en esta película Fincher se acerca más a su propia Zodiac. Vuelve a contemplar la miseria humana y tras muchos meandros no saca ninguna conclusión. La historia que cuenta La Red Social recuerda a un perro que se persigue la cola: da vueltas sobre sí mismo y no va a parar a ninguna parte. La impresión que deja es que es más interesante visualmente que en su fondo, y lo mejor de todo es el protagonista interpretado por Jesse Eisenberg. El retrato del creador de Facebook a algunos les puede parecer despreciable, a otros les puede caer de fábula. Es inteligente, agudo, rápido y cruelmente despectivo con los que considera mentalmente inferiores. Tiene muchos aspectos admirables si no fuera porque emocionalmente está muerto. Y para eso, para reflexionar sobre la basura que es el ser humano, para revolverles las tripas, es mejor que se queden con películas como The Road, que muestran algo con lo que sí pueden encontrarse todos algún día. De David Fincher se espera también su remake de Millenium. Seguro que al menos será más divertido que La Red Social.