Crítica Killer Joe, de William Friedkin
Película estrenada el año pasado en Estados Unidos difícil de clasificar que adapta una obra de teatro de igual nombre, algo que acaba notándose en su desarrollo, con pocos escenarios y muchos diálogos. Se trata de una comedia negrísima alrededor de un asesinato, lo que lo emparenta con los thrillers de género negro propios de los hermanos Coen.
Para la dirección se contó con un veterano como Friedkin, famoso por varias películas en la década de los 70 como The French Connection o El exorcista, pero que no ha tenido una carrera igual de reseñable desde entonces, con pequeñas producciones que han llamado la atención de vez en cuando pero sin mucho éxito, tal y como le ha ocurrido a esta Killer Joe, donde forma equipo con Tracy Letts en el guión, autor del libreto original y entre otras obras, de August: Osage Country.
La historia gira alrededor de la familia Smith y de los problemas monetarios del joven Chris, que se ve acuciado por las deudas. Para salvar el pellejo recurre a su padre, divorciado de su madre y que vive con su nueva mujer y su hermana pequeña. Juntos idean un sencillo plan: asesinar a su ex mujer, que tiene un suculento seguro de vida. Pero para llevar acabo dicho plan necesitarán contratar a un profesional: Killer Joe, un policía de Texas con una doble vida y una serie de reglas muy estrictas.
Por supuesto el plan va complicándose poco a poco a medida que el profesional va introduciéndose en la vida familiar de los Smith, encaprichado de la hermana pequeña. Las situaciones rocambolescas, la mezquindad de todos y cada uno de los personajes y la locura latente del asesino a sueldo cuajan en una comedia que no es tal, donde uno no se ríe porque el humor es negrísimo, pero que acaba atrapando al espectador, que aguarda expectante hasta el momento del desenlace, lo mejor de la película con todos los actores en escena en un baile repleto de tensión y violencia, sobre todo contenida y con un momento que perdurará en la retina que tiene como eje central un muslo de pollo.
Uno de los grandes aciertos, dejando de lado la dirección académica de Friedkin, es el reparto elegido. Como cabeza de cartel se sitúa Matthew McConaughey, que es sus últimas películas está sabiendo muy bien cómo elegir sus papeles (El inocente, Magic Mike), intentando alejarse de ese guapo seductor que tantas veces ha interpretado en comedias románticas de todo tipo (Los fantasmas de mis exnovias). Emile Hirsch es uno de esos actores jóvenes que tienen mucho futuro por delante y que no paran de trabajar, al igual que Juno Temple. Cierran el reparto el matrimonio Smith;, los veteranos Gina Gershon, siempre a medio camino entre la televisión y el cine y Thomas Haden Church, un actor que hasta ahora se ha movido con mejores resultados en el cine independiente, alejado de las grandes superproducciones.
Killer Joe fue un fracaso en taquilla pese a tratarse de una producción bien barata y tras pasar por Festivales como el de Venecia y el de Toronto, donde al menos la mayoría de las críticas fueron positivas. Una producción pequeña que merecía mucho más y que de momento no veremos en los cines de nuestro país –al menos se estrenó en Sitges-.

