Gravity, de Alfonso Cuarón

GravityPocas veces, como espectadores de cine, podemos disfrutar de una experiencia parecida a la vivida durante el visionado en 3D de la última película del director mexicano, siete años después del estreno de la estupenda Hijos de los hombres (2006).

Con la nueva tecnología a su alcance y puesta al servicio de una historia de suspense, Cuarón consigue una inmersión en la historia pocas veces vista con anterioridad y basándose en una serie de elementos básicos, como es el uso del sonido o la música, añadido a una dirección arriesgada y una actriz más que inspirada, lleva desde su estreno en el Festival de Venecia a finales de verano haciéndose con el beneplácito de la crítica y el favor del público, que está respondiendo bastante bien en taquilla.

La historia no podía ser más sencilla: una astronauta novata que sufre un accidente en el espacio y se ve obligada a armarse de valor, sacar fuerzas de flaqueza e intentar hacer todo lo posible para regresar a la Tierra. Cuarón recurre a la difícil decisión de suprimir el sonido cuando no hay atmósfera y la mayor parte del metraje lo único que se oye, aparte de la música del desconocido Steven Price, imprescindible como conductora de emociones, es el ruido de la radio de la astronauta, interpretada por Sandra Bullock. Al comienzo de la película cuenta con la compañía de un veterano astronauta al que pone rostro George Clooney y la voz de Ed Harris, desde el Control de la Misión en Houston.

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Cuarón tenía este proyecto personal en la agenda desde hacía años, escrito junto con su hijo Jonás y cuando finalmente consiguió la implicación de la Warner comenzó un difícil proceso de casting que finalizó en un rodaje más complicado de lo normal en estudio, en Inglaterra. La apuesta por el realismo se deja ver en cada toma, aunque es posible que para los expertos haya algún que otro aspecto que haya sido obviado o exagerado para crear mayor tensión –yo tengo mis dudas sobre la escena en la que Bullock y Clooney se separan-.

Sorprende cómo el director varía el punto de vista y usa la primera persona, la perfección técnica a la hora de plasmar el paseo por el espacio, algún que otro plano secuencia imposible de filmar y la sensación de angustia que siente el espectador en todo momento. Gravity tiene un metraje de 90 minutos que se pasan en un suspiro y la única pega que se me ocurre en un pequeño bajón de ritmo –pero muy pequeño- cuando la protagonista echa mano de un recuerdo traumático de su pasado que tiene que ver con una hija pequeña muerta.

Hasta ahora solo he visto unas pocas películas en 3D, todas filmadas en ese formato y estaban supeditadas en cierta medida a lo que se quería contar. Cuarón lleva un paso más allá el 3D como herramienta narrativa y consigue una nueva comunión con el espectador, que en verdad experimenta lo más parecido a lo que sería salir al espacio.