Crítica El hipnotista, de Lasse Hallström

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el-hipnotista En nuestro país, seguramente debido al auge que la literatura escandinava ha tenido en los últimos años, se estrenan de vez en cuando alguna que otra producción de género negro que adaptan a su vez a alguno de los escritores más famosos. La saga Millennium hace ya algunos años y hace pocos meses la película noruega Headhunters, basada en la novela de Jo Nesbo.

Ahora le toca a una película sueca, ambientada en la actualidad en la ciudad de Estocolmo donde un doble crimen llama la atención de un policía de la Unidad Criminal: todos los miembros pertenecen a la misma familia y tan solo ha habido un superviviente, uno de los hijos adolescentes, muy malherido y que se encuentra traumatizado en el hospital. El inspector Joona teme por la vida de segunda hija que se encuentra en paradero desconocido y su único testigo no es capaz de comunicarse con él, por lo que recurre a la ayuda de un hipnotista, que vive retirado, para que intente penetrar las defensas del chaval y ofrezca algo de luz sobre el caso. El doctor Erik está algo hecho polvo, profesional y personalmente, pero accede a ayudar a la policía sin resultados aparentes. La cosa se complica cuando una mañana despierta y su único hijo ha sido secuestrado de su propia casa. ¿Están relacionados ambos delitos? Ahora policía y doctor tendrán que colaborar y ayudarse el uno al otro, si quieren averiguar qué es lo que está pasando en realidad.

La película está dirigida por un viejo conocido de Hollywood, que aquí regresa a su lugar de origen para narrar esta historia basada en una novela de Lars Kepler
–seudónimo bajo el que se esconden una pareja de autores suecos-, publicada en España con el mismo título y el primer capítulo de una saga que va ya por su tercera entrega. El mayor éxito del director en Estados Unidos ha sido Las normas de la casa de la sidra y son también suyas ¿A quién ama Gilbert Grape?, Algo de que hablar o Chocolat. Aquí deja de lado las historias sentimentales donde se ha movido como pez en el agua y opta por un policiaco que se aleja muchísimo en forma y fondo de las películas de temática similar que se estrenan en Estados Unidos. La ambientación es gris y la iluminación está siempre atenuada, como corresponde al invierno en los países nórdicos y el ritmo es lento y pausado, llegando el metraje hasta las dos horas. Dejando de lado la investigación policial, que se desarrolla de manera lógica y sin grandes sorpresas, destacan un par de secuencias, la primera en un hospital y la segunda en el desenlace de la historia, sobre un lago helado.

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Del detective Joona no se nos cuenta mucho, pero se hace simpático, centrándose el director en el hipnotista y en la difícil relación que mantiene con su mujer. El actor Mikael Persbrandt es el rostro más conocido del reparto: hace un par de años estuvo en los Oscars con la ganadora En un mundo mejor y próximamente lo veremos en la continuación de El hobbit, dando vida a Beorn, al cambiaformas. Su mujer está interpretada por Lena Olin.

El hipnotista es un claro ejemplo de cine escandinavo, que últimamente está canibalizando el género, sobre todo con esas novelas y series de televisión que se filtran a Estados Unidos y que son adaptadas como The Killing o la reciente The Bridge. Y eso se traduce en una ambientación cuidada, unos personajes mimados y un ritmo lento si lo comparamos con el dinamismo que reina en Hollywood, al menos fuera de la televisión y que echará a más de un espectador para atrás a la hora de decantarse por esta película.