El club de los incomprendidos

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Ser un incomprendido no se puede banalizar.

Hay que diferenciar entre ser un incomprendido, ser un excluido social y ser un tipo que pretende que la vida le lea el pensamiento y que el mundo gire alrededor de él.

En el caso que nos va a ocupar, a saber, comentar la película “El club de los incomprendidos”, ninguno de los personajes protagonistas y que forman ese club es un incomprendido en mi opinión. Para ser un incomprendido lo primero que tienes que hacer es lanzar al mundo un mensaje y que el mundo no lo comprenda. Y cuando digo lanzar un mensaje no me refiero solo a difundir a los cuatro vientos una idea, sino también a un posicionamiento ante la vida.
Ser un chico o chica que tiene algún tipo de problema social o familiar, no supone ser un incomprendido. Si encima ese problema ni siquiera se expone, más alejado se está de la incomprensión.

Una enferma psíquica, una chica presionada por sus padres para que saque las mejores notas, otra con la que la sociedad ni siquiera sabe que tiene problemas con ella porque es tan retraída que no forma parte activa de ella, un chaval rico que echa de menos a su padre fallecido y que ahoga su vacío con rebeldía típica de adolescente, otro que sufre acoso escolar y la prota un pelin contrariada por la separación de sus padres y el cambio de vida que ello supone, no me parecen que entren dentro de lo que puedo considerar como incomprendidos. Como mucho, adolescentes furiosos porque su vida no va como ellos desearían o excluidos sociales por algún motivo que nada tiene que ver con un modo de comportarse frente a la vida.

Esta película ni siquiera trata de la amistad, ya que una amistad verdadera no suele surgir del odio a un enemigo común, esa amistad suele tener fecha de caducidad. La amistad entre estos jóvenes surge de una necesidad común de apoyarse los unos a los otros frente al maltrato social que ellos piensan que sufren. No tienen nada que ver los unos con los otros.

En definitiva creo que esta película debería hacernos reflexionar sobre si realmente somos nosotros los incomprendidos o somos nosotros los que no entendemos lo que la vida nos está diciendo.