Crítica Un dios salvaje
Género: Comedia.
Dirección: Roman Polanski.
Intérpretes: Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz, John C. Reilly, Elvis Polanski, Eliot Berger, Joseph Rezwin, Nathan Rippy, Tanya Lopert, Julie Adams.
Origen: Francia – Alemania – Polonia – España (2011).
Duración: 80 minutos.
Formato: 35 mm.
Clasificación: Solo apta para mayores de 13 años.
Estreno: 8 de marzo 2012.
Calificación: Muy buena.
Civilización, barbarie y miserias tanto propias como ajenas son algunos de los temas que trata Roman Polanski en Un dios salvaje, su nuevo trabajo luego de ese gran film que fue El escritor fantasma. Adaptación de la obra escrita por Yasmina Reza, la película conserva esa teatralidad que el director traslada muy bien al lenguaje cinematográfico mediante tomas largas con el menor movimiento de cámara posible, casi como si estuviéramos en el teatro. Polanski ha demostrado sobradas veces a lo largo de su carrera que muchos de sus mejores momentos ocurren en espacios cerrados con sus protagonistas confinados a permanecer allí. Aquí precisamente logra transmitir esa sensación de encierro y mantiene al espectador como si fuera un rehén de la situación, un rehén que podría irse a voluntad cuando quisiera, pero que queda atrapado por lo que allí sucede.
La historia de esta comedia oscura comienza con un pretexto simple: dos matrimonios cuyos hijos se ven involucrados en una pelea, que da como resultado dos dientes rotos para uno de ellos, deciden reunirse para discutir la situación. Penélope y Michael (Jodie Foster y John C. Reilly) son los padres de la víctima, que reciben a Nancy y Alan (Kate Winslet y Christoph Waltz) en su casa para buscarle una solución “diplomática” al conflicto. Ambas parejas comienzan siendo amables, bien educadas y civilizadas e intentan resolver el problema de la mejor manera, pero luego de un pequeño desacuerdo entre Penélope y Alan con respecto a una palabra en el comunicado que ella redactara todo comienza a tornarse más áspero entre los cuatro personajes. A partir de ese momento sabemos que ese es el disparador de algo mucho más grande, comienza la guerra y habrá bajas en ambos bandos.
A medida que la trama se desarrolla, la conversación se va yendo por las ramas y empiezan a tocarse temas más personales que se alejan de lo que fueron a discutir en primer lugar. Es así que mientras más se alejan del objetivo de la reunión más ríspida se pone lo que se suponía era una charla amistosa. Penélope (Foster) es una mujer obstinada, dogmática y, por momentos insoportable, que intenta imponer sus convicciones por la fuerza mientras que Alan (Waltz) es un abogado cínico, ácido y sarcástico cuyo celular suena permanentemente, lo que le agrega tensión constante a la situación y ambos son los personajes más antagónicos de la historia. El único que intentará poner paños fríos, aunque no siempre lo logre, será Michael (Reilly) pero una vez que los cuatro comiencen a tomar alcohol y a distenderse todo irá en una espiral descendente hasta convertirse en un verdadero desastre.
Un dios salvaje es una comedia con un gran ritmo pero gran parte del mérito se debe a sus cuatro protagonistas, que pasan gradualmente de la amabilidad a ser incluso más salvajes que sus propios hijos. Si bien Kate Winslet y John C. Reilly cumplen con sus roles a la perfección, los más destacados son sin dudas Jodie Foster y Christoph Waltz, que tuvieron mejor material para trabajar. El personaje de Foster es una mujer realmente insufrible pero al mismo tiempo es agradable de ver la magnífica interpretación que brinda, mientras que Waltz se roba casi todas las escenas con los mejores diálogos que hay en el film al componer un fantástico personaje.
Con Un dios salvaje, Polanski nos brinda un humor oscuro dentro de una historia que sirve de metáfora social, donde no todo es tan civilizado como parece. Una muestra de que todavía se puede hacer una comedia inteligente y con buen gusto sin recurrir a lo fácil.
Autor: Soypocholero