[Crítica] The Kids Are All Right

Suena la música de Vampire Weekend, la sensación afroindie, las camisetas de Elvis Costello y Los Ramones salen a relucir, y desde el primer fotograma de The Kids Are All Right queda evidente que esta va a ser una película alternativa. Una de esas que por fin cuenta una historia. Cine independiente del espectáculo rompetaquillas que se hace casi exclusivamente hoy día. Un largometraje conducido a través de diálogos, no de acción. Un viaje lleno de conversaciones. Los protagonistas hablan y hablan dando vida a personajes, no arquetipos, para conjurar una sinfonía de brillantes interpretaciones.

Julianne Moore y Annette Bening son una pareja de lesbianas de clase media-alta, cultas e inteligentes. Tienen un hijo y una hija adolescentes que concibieron por medio de un donante de esperma. A escondidas de sus madres, los hermanos contactan con su padre biológico, Mark Ruffalo, quien resulta ser un tipo encantador, simpático, con una visión de la vida independiente y libre. Cuando las mujeres se enteran, también quieren conocer al donante, asustadas de la influencia que pueda tener sobre sus hijos. Y así es, sin darse cuenta Ruffalo empieza a hacerles cambiar su visión del mundo y de las cosas. Una de las mujeres se sentirá atraída por él, y la otra reacciona comportándose como un ogro al sentirse amenazada.

Lisa Cholodenko, guionista y directora de The Kids Are All Right, ha trabajado previamente en televisión, y para este largometraje ha recogido su propia vivencia (Cholodenko es pareja de Wendy Melvoin, de las famosas Wendy & Lisa de Prince, y se quedó embarazada de un donante de esperma anónimo). La realizadora analiza con sabiduría las relaciones de pareja y entre padres e hijos, la cotidianeidad de las familias, las relaciones sexuales accidentadas y el humor de las situaciones ridículas del día a día. Una historia muy común. Lo que la hace diferente es que toma un punto de vista distinto a tratarse de una pareja de dos mujeres.

The Kids Are All Right es en apariencia un film muy liberal, muy progresista, que apuesta por las familias alternativas. Sin embargo el mensaje que queda es sutilmente conservador. El personaje de Ruffalo pone de manifiesto la necesidad de la influencia de una figura paterna, y el hombre, que ha vivido toda la vida a su manera, lo que en realidad quiere es tener una familia típica. A partir de ese momento la película se desliza por la pendiente de la comedia un tanto histérica para girar luego hacia el drama cuajado de clichés. En ambos casos The Kids Are All Right acaba fallando y traiciona las expectativas creadas en su comienzo. Empieza muy bien, cargándose todos los tópicos, pero no redondea la faena, y al final lo que hace es recogerlos. O tal vez vivamos en un mundo de arquetipos en el que la vida imita al arte.