Precauciones y advertencias sobre The Artist

Hemos advertido que ante la primera exposición a este film puede cursarse la siguiente sintomatología:

– Estado de euforia postfílmica.
– Alucinaciones y pérdida de la realidad crítica.
– Episodios de brotes obra maestrísticos.

Se ha descrito algún episodio de rechazo a cualquier dieta cinematográfica en color y sonora. En el caso que sufra todos o alguno de los eventos anteriormente citados, administrese Fritz Lang, Charles Chaplin, Buster Keaton, F.W. Murnau o Robert Wiene durante 90 minutos.

Si los síntomas persisten consulte a su filmografía de cabecera. Posiblemente esta especie de simulacro de prospecto debería ser incluido en cada copia de The Artist en DVD. No termino de asimilar ese concepto de paradigma del cine que se ha atribuido a esta película y que todo el mundo defiende recitando unos argumentos que parecen memorizados.

Particularmente, yo valoro esta película como un apreciable homenaje a un cine donde surgieron todos aquellos directores que Michel Hazanavicius admira.

Por otra parte, retomando los excesos, uno de los aspectos que más me sorprende es el componente arriesgado que le atribuyen, aludiendo en la totalidad de los casos, a la heroicidad de un film no sonoro y en blanco y negro. Se me ocurren montones de películas sonoras y en color infinitamente más arriesgadas que la del francés Hazanavicius. Pensemos en Cronenberg o en Lynch o Aronofsky por no irnos muy lejos. O más cerca quizás. Mel Gibson como director. Rodar una película como la Pasión de Cristo en hebreo y obligar a proyectarla en versión original desde luego roza al menos el suicidio comercial ( rematado con Apocalypto).

Con respecto a la historia que nos narran distingo dos partes bien diferenciadas. Una primera, que coincide con casi la primera mitad del metraje, donde se rinde tributo al cine cómico de los Chaplin, Keaton, Lloyd y demás. En esta parte es donde en mi opinión fracasa la película, puesto que la situación y gestualidad de Jean Dujardin y Bénérice Bejo se aproximan más al ridículo que a la comicidad ( en el cine mudo, los maestros cómicos son inalcanzables).

La segunda parte, donde el drama toma las riendas, mejora sustancialmente. Aquí encontramos la fantástica secuencia de la pesadilla que es, sin duda, lo mejor y más sorprendente de la película y diría de lo más interesante que he visto en este ultimo año. La trama posee más ritmo y los personajes son más creíbles, aunque ciertas escenas me han recordado intensamente al Bela Lugosi del Ed Wood de Tim Burton. Concretamente destaco aquella donde George Valentin arruinado y alcoholizado quema sus películas y que se asemeja mucho a la escena donde un Lugosi también arruinado y adicto a la morfina intenta suicidarse.

Para no extenderme más y como valoración final comentaros que si se os brinda la oportunidad de verla, pasareis un rato entretenido. Simplemente eso, sin grandes grandilocuencias ni luminarias, tan solo un guiño personal del autor al cine.

Autor: Carlos Gómez