Crítica Star Wars Episodio VII: El Despertar de la Fuerza

Cartel Star Wars: El Despertar de la FuerzaEs una maravillosa sensación que, ya adulto, te emocione como la primera vez ir al cine y leer aquello de “hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana…” mientras suena John Williams a todo trapo. Es estupendo reencontrar a viejos conocidos, saber qué siguen siendo héroes con defectos y siguen rebelándose contra la tiranía. Y es una alegría conocer a nuevos compañeros de aventuras.

El despertar de la fuerza supone una nueva esperanza, y no es un simple juego de palabras con los títulos de los episodios IV y VII, es un reencuentro y un descubrimiento al tiempo. La conocida habilidad de J.J. Abrams para manejar la nostalgia (Super 8, Star Trek) y referentes culturales de todo tipo (Lost), se despliega por completo en esta película y nos transporta a una aventura en la que lo importante es disfrutar del viaje, trufado de guiños a los fans, con más novedades de las que pueden apreciarse a simple vista.

Con un argumento casi calcado del episodio IV, El despertar de la fuerza presenta un nuevo héroe improbable con un acompañante imprevisto. Rey es el espejo de Luke, con menos ambición pero más resolutiva, mientras que Finn se sitúa en el lugar deseado para el espectador: un personaje moral con ansias de libertad, un humano ávido de identidad entre la masa, un compañero en perpetuo estado de asombro ante la aventura que se le presenta. Son una pareja improbable hace 10 o 15 años, qué decir hace 40, que demuestra cómo las barreras de género y raza han cambiado. Que Disney el universo Star Wars, con su capacidad para establecer modelos sociales den este paso es una gran noticia que confirma una senda abierta con Frozen.

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Fotograma Star Wars: El Despertar de la Fuerza - 01Junto a ellos, viejos y nuevos amigos y enemigos. Qué decir de Han, Leia ó Chewacca a estas alturas, salvo que siguen siendo ellos mismos y han pagado el precio por ello. En el lado de las novedades. Junto a Rey y Finn, del lado de los buenos, tenemos un piloto audaz (Poe Dameron), un robot adorable (BB8) y un anciano (¿un Jedi?) con un mensaje valioso que arranca la trama. Del lado oscuro, los malos malísimos habituales: La capitán Phasma (más chicas guerreras), un general Hux entusiasmado con la nueva Estrella de la Muerte y a Kylo Ren.

La fuerza. El motor de toda la saga de Star Wars reside en un concepto abstracto con un lado luminoso y un reverso tenebroso. La fuerza despierta con Rey, pero Kylo Ren también está aprendiendo a dominarla siguiendo el modelo de otro personaje rendido al lado oscuro. Como ocurría con Darth Vader, Kylo Ren es una construcción, una nueva identidad para una persona real que lucha contra su inseguridad y que ve en la promesa de un gran poder la forma de vencerla. Lo que vimos en los episodios I a III (en medio de todo el CGI) nos ayudó a comprender esto, de manera que los villanos cobran una mayor y más profunda dimensión.

Todos estos componentes, con la habilidad del director, se traducen en una película muy disfrutable y técnicamente impecable. Verdadero cine para todos los públicos en el que los más jóvenes disfrutan tanto con el nuevo comienzo como los mayores con el reencuentro. Aunque la familiaridad sea una gran baza para ganar a los fans (aplausos en el cine incluidos), no debería alargarse en los episodios VIII y XIX. Los que ya la hemos visto nos merecemos algo nuevo. Los recién llegados, su propia aventura.

Lo mejor: disfrutable al máximo, actualiza el universo y prepara el terreno para un nuevo viaje. Han solo tiene razón: estamos (como) en casa.
Lo peor: que no deja de ser un deja-vu. Que suena a despedida de John Williams

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