[Crítica] Skyline

Ahora tocan las películas de invasiones extraterrestres contadas no desde las grandes maniobras militares, sino desde el punto de vista de la cotidianeidad de la población civil afectada. A partir de la competente Distrito 9 a la reciente Monsters, una serie de nuevos proyectos, entre los que se cuenta la próxima Battle: Los Angeles, salta a las pantallas buscando el favor del gran público. Skyline cruza la citada Monsters con la muy discreta Independence Day para dar forma a un engendro que falla estrepitosamente. Tras una introducción absurda y totalmente fuera de lugar, con estética de videoclip al estilo de Los Vigilantes de la Playa, unos extraterrestres monstruosos, como el bicho de Alien, pero gigantescos, aparecen sobre el cielo de las grandes ciudades y empiezan a secuestrar humanos para absorber sus cerebros (!).

Los supervivientes huirán por los tejados mientras son cazados por los invasores. A excepción de una trama secundaria de melodrama bastante inconsistente con momentos francamente ridículos, no hay más historia. Skyline no tiene nada más que contar aparte de un aburrido jueguecito de huidas, escondites y persecuciones, acompañado de músiquilla incordiante. La película es una suerte de La Guerra de los Mundos con Transformers extraterrestres que se quiere basar en el espectáculo, en los efectos y la acción, y con interpretaciones justitas a cargo de un plantel de actores de segunda fila que tampoco consiguen que ni siquiera los protagonistas caigan bien al espectador. Para rematar la diversión, los diálogos son penosos, aunque bien pensado reflejan con fidelidad el pensamiento desestructurado de la audiencia a la que está destinada esta producción.

Los efectos especiales son apañaditos, pero tampoco son la pera, y basar una película completa en el aspecto visual, no consigue que se sostenga mínimamente. Sin historia y sin espectáculo, todo queda bastante tontorrón y se hace larguísimo. Encima amenazan con al menos una segunda parte. Yuk.