Crítica Margin Call
¿Quién puede presumir de ser nominado al Oscar a mejor guión original en su primer proyecto? Pocos, pero entre los que figuran en una estadística que irremediablemente se perderá, está JC Chandor, y su primer largo, “Margin Call”. Visionándola, detectamos ese aire novel. Palpamos las intenciones de Chandor, agudas como guionista, y asistidas por el gran reparto que le acompaña, al que debe el éxito de su cinta.
Ocurre lo siguiente: según nos vamos introduciendo en el segundo acto, comienza a crecer una sensación de formato inusitado pero conocido, a medio camino entre el documental (cuya referencia por tema está clara, “Inside Job”) y un libreto que se aferra más a lo clásico de tener como pilar central a un personaje único (“Wall Street”). Pero es que en “Margin Call” no existe ese protagonista que nos conduzca por la línea de la emoción, y del mismo modo, y pesar de las mencionadas sensaciones, encajarla como documental es imposible.
Sí, es la coralidad. “Margin Call” padece de esa palabra, coral, y esto destila una satírica certeza: porque, efectivamente, lo que ocurrió el 15 de septiembre de 2008 en Lehman Brother fue uno de los hitos de las cagadas corales en los hitos del capitalismo.
Desde esa perspectiva perdonamos a Chandor, no sólo por el atrevimiento de romper en su estrenada filmografía con, precisamente, uno de los esquemas que desaconsejan los teóricos; si no porque inmerso en esa dificultad sabe no perderse en el laberinto y afrontar con mérito y de forma directa su historia.
Y es que hubiera sido muy sencillo dulcificar la historia con decoros personales de los personajes, que nos hubieran facilitado la labor. La distancia se convierte entonces en un problema de virtud de estilo. Y hablando de decoros personales. Sólo hay uno claro, subrayado por la ausencia del resto: la perra enferma de cáncer de Kevin Spacey, claro paralelismo de a lo que está asistiendo el personaje sin familia (que por cierto, si mi ex fuera Mary McDonnell mis quebraderos por haberla dejado escapar serían mayúsculos). Esta es la pieza más amable para el público, junto a la más fría descripción del puente que construyó Stanley Tucci y las lágrimas de Penn Badgley.
Y ya que mencionamos la interpretación, lo cierto es que sorprende el resultado obtenido en la mezcla, no tanto por la brillantez, como la efectividad del trabajo común entre los ya mencionados y Jeremy Irons, Simon Baker, Zachary Quinto, Paul Bettany y una más insegura y coleante Demi Moore.
Personalmente, como el novato en su película, JC Chandor ha sabido venderse metiéndose en un jardín, para salir victorioso con un mapa turístico, para algunos aburrido, para otros preciso, de las zonas verdes.