Crítica La invasión de los ladrones de cuerpos
Pese a que a Don Siegel se le recuerda por películas mucho más posteriores a esta, como “Código del hampa”, “La jungla humana” o “Harry el sucio” por decir sólo tres, podríamos decir sin miedo a equivocarnos que de sólo haber dirigido con acierto este clásico de la ciencia ficción y del terror entre toda su filmografía (cosa que no es así ni de lejos) ya sería merecedor de una ovación cerrada.
Película de serie B que realizó con actores de los digámoslo así, segunda fila (aunque a mi parecer lo que les faltó fue la suerte que sí tuvieron otros) y con un guión que se basaba a su vez en un relato de Jack Fenney, Siegel realizó en 1956 “Invasion of the body snatchers” una obra maestra del género que ha envejecido a las mil maravillas, sigue tan actual como el primer día, y que más de cincuenta años después sigue estremeciendo y dando que pensar a todo el que o bien la revisa o bien la visiona por primera vez (suerte para este último).
Dejando de lado el paralelismo que todo crítico realiza entre la película y el período de la famosa “caza de brujas” estadounidense, que por otro lado está ahí y nadie puede obviar, me gusta centrarme cuando hablo de ella en la película en sí, y no en los factores externos que rodeaban la producción que nos atañe.
La sinopsis para el que no la haya visto es simple, sin tener que desgranar su esencia: el médico de un pequeño pueblo de California regresa tras una convención, recibiendo a un sinfín de pacientes con la misma y extraña sensación: sus parientes ya no son sus parientes.
A partir de ahí y contado siempre en primera persona (factor añadido a posteriori), iremos averiguando el por qué de la situación, a la vez que participaremos casi sin querer en las sensaciones que van experimentando tanto el doctor Miles Bennett (Kevin McCarthy) como su amada Becky Driscoll (Dana Winter).
“La invasión de los ladrones de cuerpos” tiene para mí un acierto tras otro, desde el título hasta su minutaje (80 minutos con créditos incluidos), desde los actores hasta el director escogido, que sabe manejar a las mil maravillas el material que tiene entre sus manos. Lo cotidiano se torna extraño con gran sutileza, y una inquietud creciente se adueña del espectador más tranquilo. Sabe manejar el tiempo, sabe colocar la cámara, sabe mantener la tensión, sabe presentarnos a los personajes con breves pinceladas (ahora se toman unos 15 minutos para presentarnos al protagonista y no estoy seguro de que aún así nos cuenten cosas tan interesantes) y sabe que el cine es emoción, lo que la hace ser la mejor película que he visto nunca entre su género. Con esto no quiero decir que lo sea también para vosotros, pero sin duda alguna, es una película que merece la pena ver alguna vez en la vida y donde aprenderán mucho aquellos que quieran realizar algún corto o alguna película: menos es más. No por tener poco dinero tenéis excusa. No conozco a nadie que una vez vista la película diga que hubiera salido mejor con mayor presupuesto. (ahí teneis “Invasion” de 2007 para comprobarlo)
Por otro lado no quiero decir con el término terror que os vayáis a tapar los ojos constantemente, porque nos encontramos ante un terror psicológico que va in crescendo pero donde cosa curiosa no hay monstruos, donde no hay asesinatos y donde ni siquiera hay sangre, exceptuando un corte en una mano. Es decir, rara avis en esto del cine, donde a día de hoy se confunde terror con gore, ciencia ficción con monstruos espaciales y serie B con barato y mal contado. “La invasión…” es una de esas películas que te atrapan desde su primera escena y que ya no te suelta hasta su inolvidable final. Quizás lo peor sean tanto el prólogo como el epílogo, que se impuso en montaje sin consentimiento de su director, y que utilizan para contentar a todo tipo de público, que quizás no hubieran visto con buenos ojos el verdadero final que ocurre una escena antes y que hubiera asustado hasta al dueño de los cines por aquella época, pero aún así este es un mal muy menor.
Tras este éxito, se intentó repetir la fórmula con varios remakes durante las décadas venideras, algunos más fallidos que otros como la deleznable “Invasion” del prometedor entonces y ahora olvidado Oliver Hirschbiegel, que había sorprendido con “El hundimiento” y “El experimento”, pero que con su viaje a América fue otra alma vendida al diablo. Algo más interesante fue “La invasión de los ultracuerpos” de 1978, que sin llegar al nivel de la que nos ocupa, mostraba un nivel que le hace ser digna merecedora de su compra en dvd.
No lo olvide. Si no ha visto la película, tómese 80 minutos de su tiempo para disfrutar de este clásico del cine en un acertadísimo y forzoso blanco y negro. Le prometo que no se dormirá viéndola y que nunca más podrá olvidar.
Usted será el siguiente. Y usted el siguiente. Y usted el siguiente.
Autor: Enrique León