Crítica Home Sweet Home
Sara (Meghan Heffern) y Frank (Adam MacDonald) son una pareja que se han mudado a una casa grande en el campo junto a su hijo Adam. Se toman una noche para ellos solos quedándose el bebé con su abuela. Lo que no saben es que dentro de su casa un asesino lo ha preparado todo para mantener con ellos un juego del gato y del ratón en el que él pone las reglas.
Entre esas reglas están las de atornillas las ventanas y alguna puerta para que la pareja no pueda huir o deshacerse de uno antes que de otro porque es más fácil controlar a una persona que no a dos.
En el estreno europeo de “Home Sweet Home” en el FANT, el público recibió tibiamente el filme de Morlet, quien dijo unas palabras antes de la proyección porque por motivos laborales no podía quedarse más. Así, el cineasta se perdió los tímidos aplausos de parte de algunos espectadores al final del metraje porque este filme no presenta nada nuevo. Es un telefilme de sobremesa que se hace eterno con unos planos extremadamente largos que impiden que la película entre enseguida en materia y con un final de risa, la verdad.
Ochenta minutos en los que esta cinta de pseudoterror psicológico no consigue enganchar y que, para colmo, se hace previsible porque, al asesino no se le ve la cara en ningún momento pero, una ha visto muchas películas y no me resultó averiguar antes de tiempo lo que iba a deparar el final sorpresa.
Ahora, si la película va de seria… ¿por qué vestir ala protagonista con un traje de animadora? ¿Y por qué esa mano de plasticorro al final? En fin, que no me gustó y hasta me provocó el tener que dar una cabezada.
Totalmente prescindible porque no aporta absolutamente nada, no consigue crear la tensión necesaria para que se mantenga el interés o te preocupes por el futuro de los protagonistas y ni entretiene, como digo.
País: Canadá, Francia.
Año: 2013.
Director: David Morlet.
Guión: David Morlet.
Reparto: Meghan Heffern, Adam MacDonald, Shaun Benson, Marty Adams.
Duración: 80 minutos.
Autora Teléfila