[Crítica] Frozen
Si, esa cinta donde unos amigos deciden de ir la montaña para pasárselo mal. Jamás he hecho yo planes que el resultado sea tan aburrido y por supuesto, peligroso. Pero claro, viendo como se las gastaban era imposible imaginar que tan mala suerte iban a tener estos tres colegas, esquiando y haciendo snowboard en la alta montaña. Deciros que soy amante de la montaña y de los deportes extremos, pero después de esta experiencia, y no por el terror o miedo que he pasado, sino, por la manera tan lamentable y triste de gastar el tiempo en sitios tan fantásticos y maravillosos.
Frozen dirigida por Adam Green límite, nos ubica en un paraje de una estación de esquí, donde tres estudiantes universitarios disfrutan de unos días de vacaciones en la nieve. Pero la pesadilla llega cuando en el último día de diversión, los chicos se quedarán atrapados en un telesilla en la parte más alta de la montaña. La desesperación y el pánico les hace pasar por multitud de peligros para poder sobrevivir. ¿Decidir entre morir congelados ó intentar escapar sea cómo sea? Esta es su sinopsis que aparentemente llama la atención y presagia terror del bueno. Pero que cojones amigos/as que estéis leyendo estas líneas. Adam Green nos aburre hasta desesperarnos a nosotros y desesperar al espectador es lo último, por favor.
La película como suele ocurrir en muchas otras, hace una presentación breve de los personajes y su actual situación sentimental y por qué no, laboral. Son estos unos pocos minutos que por lo menos, estás al loro de todo lo que pueda pasar. Porque pasado esto y una vez montados en el telesilla en una salida nocturna, todo acaba. Si, puede parecer chistoso, pero es en este momento cuando la cinta se pierde de verdad entre las grandes montañas protagonistas de verdad de la película. Por cierto, montañas que tampoco se muestran en su totalidad para por lo menos hacer deleitarse a los amantes de estas.
La culpa de todo la tiene, no, Yoko Ono esta vez no. La culpa de todo la tiene el colega encargado del telesilla y sus ansias por irse a casa. Mejor que se hubiera quedado, que hubiera dejado disfrutar a estos jóvenes de su magnífica habilidad para descender montañas, y así, nosotros hubiéramos tenido también un poco más de ilusión con el film. Ahí, montados en telesilla se pasarán todo el metraje contándose, cuando tienen ganas, sus cosas personales, por que cuando no, eres tu mismo el que tienes que inventarte los diálogos para darle un poquito de vida a Frozen. Pasará la película, se acabará la película y tu seguirás esperando algo fuerte, o a estas alturas, medio fuerte.
Frozen te dejará helado, pero de lo mala e insipida que es. Patética, horrible y maldita, por hacerte perder el tiempo de una manera tan descarada. Para colmo y no se como, me trago la película en un idioma de Europa del este; Rumano, Búlgaro o muy parecido. Subtitulada pero con este idioma que hace que el oído sufra bastante. En la película lo que de verdad se explora y se lleva para adelante como si se tratara de un experimento, esto es una conclusión mía. Es el terror y el sufrimiento que el espectador puede sufrir cuando empiezas a ver las letras THE END.