[Crítica] El Hombre lobo
El retorno de los montruos clásicos está de moda. Al aluvión de muertos vivientes y la fiebre por los vampiros se añade ahora una remozada versión del Hombre Lobo con un remake del clásico de 1941 protagonizado entonces por Lon Chaney Jr., y encabezado en esta ocasión por Benicio del Toro y Anthony Hopkins. El trabajo de ambos actores, normalmente una garantía de solidez, está entre lo más destacado del fim. Unas interpretaciones exageradas, casi desquiciadas, que abundan en el sombrío ambiente que se quiere lograr. Una estimable recreación de las películas de terror gótico de los años 20 con toques que recuerdan también al cine de la Hammer.
El problema con The Wolfman es que todo es absolutamente predecible, posiblemente porque nos cuenta una historia ya archiconocida. La única manera que tiene de redimirse Joe Johnston, su director, es cómo contarla. Pero a pesar de la excelente fotografía y cuidada ambientación, tampoco consigue nada fuera de lo común, y uno no puede evitar el hacer comparaciones con las mucho más originales Un Hombre Lobo Americano en Londres, En Compañía de Lobos y el primer Aullidos. No entraré en el presupuesto de los efectos especiales ni en la calidad de las transformaciones, con un monstruo que intenta replicar a conciencia la apariencia del original de Chaney. El mayor defecto de esta película está en la sosa historia que cuenta y en la rutinaria forma en que está contada. No es, desde luego, esa superproducción definitiva que algunos esperábamos. The Wolfman no es más que una película entretenida, de las de sábado por la tarde, que casi acaba pareciendo una producción de Paul Naschy y poco más. Para los que les vayan la inquietud gótica y las interpretaciones afectadas, vale. Yo me voy pitando a ver una de Lon Chaney. Padre, claro.