Crítica Dogville

dogville11Una gran película del controvertido Lars Von Trier. Con Dogville, Von Trier trae a la gran pantalla las tablas del teatro. Un esquemático escenario, hecho a base de líneas o modo de plano basal de una población, sirve para dar vida a una pequeña villa norteamericana, donde se ponen de manifiesto todos los aspectos humanos típicos de las profundidades de cualquier país occidental del mundo.

Una ciudad donde aparentemente nada pasa, donde la rutina parece mantener amansada una población, cuyas miserias interiores, tanto individuales como colectivas, permanecen escondidas hasta que un elemento extraño y ajeno a la población entra en el día a día de ésta.
Esta historia es extrapolable a cualquier población pequeña de cualquier país occidental del mundo.
Un pueblo en el que aparentemente reina la tranquilidad y las buenas relaciones entre sus habitantes, recibe la inesperada visita de una forastera. Una forastera, que pide asilo a sus habitantes, ya que viene huyendo de un grupo de personas que pretenden hacerle daño.
Todo sucede como cabe esperar. El pueblo a vista exterior, un dechado de virtudes y buenas intenciones, acoge a la forastera con vehemencia y de la mejor manera posible. Todo es poco para ella. Todos quieren ser los samaritanos que ayuden a la oveja descarriada. Le ofrecen sus casas, comidas, trabajos y lo más importante de todo, su discreción y anonimato. Todos están dispuestos a ofrecer sus favores a la extraña.
Pero, no todo es tan bonito como se preveía. El tiempo pasa y la forastera ya no es la novedad. Al cabo de un tiempo ya es una más del pueblo, para lo bueno y para lo malo. Bueno en este caso para lo malo. Las gentes del pueblo parecen vivir en un estado de continuo bienestar y buena convivencia. Pero analicemos por qué.
En un pueblo y además tan pequeño como este, todo el mundo se conoce. Conocen sus virtudes y lo más importante; sus miserias. Esto es común a todos. Cada uno conoce perfectamente las miserias de su vecino y eso les hace fuertes, la información  es poder. Pero este conocimiento es mutuo, por lo que un pacto de no agresión es lo que hace que la apariencia del comportamiento general sea de calma y buenas relaciones. Yo no te descubro, tú no me descubres.
Esto no es aplicable a una forastera. Ella expone su vida y milagros al pueblo que le acoge, pero ese pueblo no le responde con la misma moneda. Ellos saben sus miserias, pero ella no conoce las suyas.

Hay un desequilibrio de poder, que acabará con abuso del mismo por parte de quien posee más información.dogville2
Este fue el caso en la historia que nos ocupa. La forastera, encarnada por Nicole Kidman, recoge y acepta los favores que la gente del pueblo le ofrece y abre su corazón a esa misma gente que tan bien le ha recibido. Pero, pasado un tiempo y pasando de ser la novedad a ser un elemento, ya habitual para las gentes de la villa, aunque sin dejar de ser la extraña, la gente empieza a abusar de su poder y de la deuda que la forastera contrajo con todos y cada uno de ellos el día en que fue acogida. Empiezan a querer cobrarse los favores que le entregaron el día que le acogieron y abusar de esta posición favorable. La indefensión de la forastera no hace si no acrecentar la sensación de poder de los pueblerinos, que en su abuso llegan a esclavizar literalmente a la chica. Las mujeres, envidiosas de su belleza y del deseo que despierta en sus maridos y novios, se ensañan con violencia contra ella y la humillan en público y privado, obligándola a realizar trabajos sin la más mínima remuneración ni descanso. Los hombres, entre ellos uno que desde el principio se declaró su amigo en el pueblo, llegan al abuso sexual con la misma amenaza que sus mujeres de delatar su posición a sus perseguidores o de la denuncia a sus esposas de un intento de seducción de su parte a los maridos.
Todo esto parece no tener fin. La forastera por miedo a ser delatada asume todos estos abusos con resignación y sus carceleros no cesan en ellos, ya que están como pez en el agua con los mismos.
Pero que parezca no tener fin no quiere decir que no lo vaya a tener.
Aparecen en escena los perseguidores de la forastera, tras la decisión de denuncia del pueblo, cansado de la forastera. Estos no son otros que un conocido capo de la mafia y sus secuaces, pero ¡sorpresa!, el conocido mafioso no es otro que el padre de la forastera. Esta huía de su padre como cualquier hija incomprendida por su progenitor. No huía de la mafia como tal, si no como hija despechada.
Los pueblerinos, ante la llegada del mafioso, entregan  a su cautiva en señal de buena voluntad y buenas relaciones con la banda criminal, sin saber que ésta, a la que han vejado durante tanto tiempo, era la hija del jefe mafioso.
Ésta tras reconciliarse con su padre, cuenta la historia de su estancia allí y como ha sido tratada por los habitantes del pueblo. Su padre, como cualquier padre haría, vengó a su hija, ordenando a su banda arrasar el pueblo con sus habitantes dentro. Sin rehenes ni testigos, todos sin excepción debían morir.
Dogville comparte cd de banda sonora original con su secuela Manderlay. Ambas tienen en común estar compuestas por tracks clásicos de Vivaldi, Handel, Albinoni y Pregolesi. Todos los cortes poseen una exquisita sensibilidad y están perfectamente encuadrados en la escena.
Choca el clasicismo radical de la banda sonora, con el vanguardismo del director escandinavo y de la película. Pero esto a su vez dota en conjunto de un originalidad genial, vista en muy pocas ocasiones y comparable, a mi parecer, a escenas donde la acción es trepidante (combates a muerte de artes marciales, tiroteos infinitos entre gansters y policía, escenas de guerra donde la acción parece lo tener fin ni descanso, etc…) y sin embargo la música es relajada, pausada y suave. Recordamos, en la tercera parte del Padrino, la escena donde la hija de este es asesinada fortuitamente en la escalinata exterior de la opera tras un tiroteo brutal.
Una banda sonora cuyos cortes son de sobra conocidos por los melómanos y por los menos aficionados también, que en principio no transmiten nada sobre la película, pero que adosados a la escena la elevan y la hacen única.