[Crítica] Carnival of Souls

Olvidada o desconocida seguramente por la gran mayoría de los adeptos al cine de terror y también creo, por los cinéfilos en general. Bien sea por sus cuarenta y siete años, por su bajo presupuesto, por su estreno tan poco esperanzador, malas críticas o simplemente, porque sus creadores eran hasta entonces unos desconocidos en este campo. Su director Herk Harvey y su guionista, John Clifford, realizaban películas industriales y educativas, siendo Carnival Of Souls, su primer largometraje y único.

Carnival Of Souls
comienza con una carrera entre dos coches por las afueras de Lawrence (Kansas). Una carrera ilegal y con un trágico final, donde uno de los coches que es pilotado por una chica y dos amigas como acompañantes, cae por el puente desapareciendo entre el agua y el exceso de barro que lleva el rio. Al rato, la policía da por imposible la recuperación del coche y menos todavía, la de su gente que iba a bordo. Pero es en ese momento cuando surge del fango del río, Mary, la única superviviente de las tres. Mary parece estar totalmente aturdida, perdida en espacio/tiempo y no recuerda absolutamente nada de lo sucedido.

Pronto, Mary abandona la ciudad y se traslada a Utah, donde trabajará tocando el órgano de la iglesia. Durante el viaje a Utah, verá la cara de un ser desconocido a través del cristal. Un señor con aspecto deteriorado y muy extraño. Además, en su viaje pasará por un antiguo Pabellón abandonado donde se celebraban los Carnivals (lo que aquí en España se le viene a llamar, ferias ambulantes o circos). Este lugar, como las dos apariciones del señor, no dejarán de rondar la mente de Mary para el resto de su vida.

Una vez instalada en Utah, concretamente, en un edificio donde únicamente vive la dueña y un tipo que no dejará de cortejarla. Continuarán las apariciones extrañas, persiguiéndola por todos lados y parando siempre en ese viejo Pabellón abandonado, el que parece ser, el epicentro de esas sensaciones y visiones tan horrendas que no dejan de acosarle.

La película empieza y continúa con un ritmo algo moderado, aún con esos sobresaltos de la protagonista y ese viaje al pabellón abandonado, ( Saltaire es como se le llama en la película) no deja de ser interesante, todo lo contrario. Te sumerge en un mundo de pesadillas, oneirismo, intriga y de pura fantasía, del que no podrás ni querrás parpadear un solo segundo. Y que para culminar, nos ofrece unos últimos veinte minutos, que es de verdad cuando podemos ver un auténtico carnaval de fantasmas, zombies, planos perfectos (toda la película está rodada al milímetro, cuidando absolutamente todo), secuencias mágicas y una fotografía, sinceramente, impecable. Es todo un espectáculo poder disfrutar de una película así. Un placer ver un b/n tan impoluto, un baile final magistral y un viaje hasta la muerte, tan delicioso.

Es extraño todo esto si sabemos que Carnival Of Souls es la casual idea que fluía tras la visita del director a unas ruinas cuando volvía de vacaciones. Un lugar abandonado en la América profunda, que le llamó y fascinó lo suficiente como para realizar una película en ese lugar. El trabajo de Herk Harvey y John Clifford es inmejorable, majestuoso. Una película con muy pocos medios económicos, poco personal para encarnar los papeles de actores y actrices, incluso, el propio Herk Harvey desempeñará un papel fundamental en la película.

Carnival Of Souls es una pieza de culto única, una pieza de coleccionismo, una obra maestra que se adelantó a muchos de los clásicos hoy alabados por todo el mundo dentro del género de terror. Una película que no debe faltar en tu lista de películas vistas, una película que se debe disfrutar al máximo. Simplemente, una maravilla.