Crítica Black Mirror

Que la televisión británica es la más valiente del panorama audiovisual queda patente con esta miniserie creada por el más irreverente de sus creadores, Charlie Booker (autor también de Dead Set una parodia zombie de Gran Hermano). El planteamiento y la realización son refrescantes, innovadores, y precisan de un espectador más activo e implicado que la mayoría del cine o la televisión actuales, aún recurriendo a formato clásico de la TV probado y comprobado en La Zona Muerta, Misterio, Historias de la Cripta ó Alfred Hitchcock presenta.

De los tres capítulos independientes que forman la serie, este primer The National Anthem consiguió levantar la expectación que requiere un proyecto de estas características en su emisión en Gran Bretaña. Una llamada de atención que preparó lo que estaba por venir en los dos siguientes, más radicales aún.

La historia, sin desvelar muchos detalles, enfrenta al Primer Ministro británico a un dilema moral público y personal. En su resolución todos los actores sociales tienen importancia. A lo esperado (políticos, asesores, medios de comunicación, espectadores) se suman las nuevas formas de información y comunicación como son Internet en general y las redes sociales en particular. Cómo esto último ha dinamitado lo que considerábamos establecido, las normas que regulaban las relaciones de poder y las del poder con los ciudadanos, es la base de esta mini-película de 55 minutos. El que la premisa argumental sea chocante es una manera de atrapar al espectador, de hacerle caer en las redes de un relato que resulta desagradable en su planteamiento y áspero en su desarrollo e implicaciones.

En lo formal, Otto Bathurst juega con la multiplicidad de pantallas, combinando lo que viven los protagonistas de la historia con lo que ven los espectadores de la misma, con un lenguaje en este caso que nos coloca como espectadores de los espectadores y nos fuerza a plantearnos cómo reaccionaríamos como espectadores ante una situación semejante y ese es el concepto de base tanto en el capítulo como en la miniserie. Esa integración de fondo y forma ha conseguido, en meses, crear escuela y, como muestra, esta campaña del diario The Guardian en el que ambos aspectos vuelven a presentarse de nuevo

Autora: Holly Golightly