Crítica Berserk: La Edad Dorada II: la batalla de Doldrey, de Toshiyuki Kubooka
En su concepción original, Berserk es un manga épico de fantasía ambientado en un mundo medieval que en su diseño recuerda mucho a Europa. Lleva siendo publicado por Kentaro Miura desde 1988 y a día de hoy se acerca a la cuarentena de tomos. Al principio de la serie se nos presentaba al protagonista, un mercenario llamado Guts en busca de venganza en un mundo oscuro y asediado por horribles criaturas. Tras una serie de capítulos donde se nos introducía en este particular universo de espada y brujería, Miura decidió echar la vista atrás y narrar los orígenes del mercenario, en un extenso arco argumental que se llamó La Edad Dorada que a su vez ya fue adaptado a televisión en un anime de veinticinco episodios a finales de los años noventa, aunque fue bastante suavizado y algunas tramas y personajes fueron resumidas para no hacerlo tan complicado.
El año pasado se estrenó en Japón una trilogía sobre el personaje que adaptaba solo el arco de La Edad Dorada y cuya primera película se tituló El huevo del rey conquistador, producida por el estudio de animación Studio4ºC y dirigida por Toshiyuki Kubooka, que se encargaría de toda la trilogía. Lo primero que llamaba la atención, más allá de la estupenda animación y ambientación, que se aprecia en los diseños de ropajes, castillos y armas, era la apariencia de Guts, no solo algo más joven, sino con ambos brazos y ojos, ya que en los primeros episodios del manga aparecía con un brazo de hierro y tuerto. En esta primera película se nos narraba como el joven mercenario destaca en la toma de un castillo, llamando sobre sí la atención de la Banda de los Halcones, mercenarios como él que nunca han conocido la derrota y liderados por Griffith, un enigmático experto con el sable que nunca ha perdido una pelea, por lo que obliga a Guts, al principio contra su voluntad, a unirse a ellos una vez lo ha derrotado en combate. También se nos ofrecía un breve flashback a la infancia de Guts. La acción avanza deprisa con la Banda de los Halcones ya a las órdenes del reino de Midland, en guerra contra un país vecino desde hace muchos años. La ayuda de los mercenarios inclina cada vez más la balanza hacia los intereses del rey y sus nobles y Griffith es cada vez más tenido en cuenta. En una batalla aislada, Guts tenía su primer encuentro con un ser sobrenatural que le ofrecía profecía de muerte.
Esta segunda parte difiere un poco de su predecesora en el sentido de que es más directa y cruenta y donde las relaciones entre los personajes principales dan un paso al frente. La principal es entre Guts y Griffith, dos polos opuestos en todos los sentidos. El segundo tiene muy claro que quiere convertirse en rey y que no parará ante nada ni nadie hasta haber conseguido su objetivo. En este sentido Guts es un hombre perdido que solo entiende de batallas, de lucha y de muerte y que no está cómodo con su papel al lado de su jefe, al que no sabe si considerar amigo, aliado o simple señor. Además, la apariencia un tanto femenina de Griffith no deja de implicar ciertos sentimientos que nunca quedan claros. El tercer vértice de este triángulo lo ocupa Kiasca, la única mujer de la Banda y totalmente fiel a su jefe, que la salvó de una violación cuando era joven. Kiasca se debate entre el amor platónico hacia Griffith y el odio hacia Guts, cuyas acciones irresponsables en el campo de batalla le hacen ganar honores, desplazándola en la jerarquía de la Banda.
En la película se nos narra una serie de enfrentamientos y guerras espectaculares, el primero de ellos entre Guts y cientos de guerreros y la segunda una enorme toma de una fortaleza inexpugnable durante cientos de años: Doldrey, lo que cambia el curso de la guerra. No se escatima sangre ni escenas cruentas, ni desnudos ni escenas de sexo explícito, así que pese a tratarse de animación tradicional –con algún retoque infográfico- no es una serie para niños.
El único pero que se le puede poner es su condición de capítulo intermedio de una saga mayor, pero por lo demás es emocionante, entretenida y tiene un punto de misterio. Los combates y batallas están muy bien narrados y ejecutados, de forma clara y no deja de tener sus momentos para la reflexión y el desarrollo de sus personajes. La película acaba de forma sorprendente con la caída en desgracia de Griffith y de los halcones, en parte debido a Guts.