[Crítica] A Serbian Film
Si hay un film que haya levantado polémica últimamente, ese ha sido A Serbian Film, la opera prima del realizador Srdan Spasojevic. Allá adonde ha sido exhibida, se ha avisado previamente al público del contenido extremo de lo que iban a presenciar, dándoles la oportunidad de marcharse antes de iniciar la proyección. En algunos lugares ha saltado de la programación antes incluso de llegar a verse. Su intención transgresora es obvia hasta el último fotograma, con una demoledora secuencia final que demuestra que aunque lleguemos a pensar que se han derribado todas las barreras, siempre hay un más allá.
El protagonista es Milos, una estrella masculina del porno retirada. Está casado, tiene un hijo pequeño y pasa por estrecheces económicas. Entonces le ofrecen un retorno a lo grande, una superproducción de lujo por una suma que va a solucionar todos sus problemas. Desde el primer momento es evidente que hay algo inquietante escondido, se intuye que debajo de una propuesta tan atractiva hay algo más. La película que Milos rueda se va volviendo cada vez más violenta envuelta en un ambiente de pesadilla eficazmente apuntalado por una desasosegante banda sonora de música electrónica.
A Serbian Film presenta un juego de espejos. Por una vez las escenas de sexo no son un recurso comercial, sino que están integradas en la historia y aparecen en función de ella, sin embargo todo el intencionado escándalo alrededor del film refleja que lo que se persigue claramente es la comercialidad. También Spasojevic, al igual que el director de la película que que protagoniza Milos, a duras pensas esconde bajo la excusa artística un ansia por impactar al espectador. Y del mismo modo, el personaje de Milos está toda la película tan desorientado como el espectador, ignorante de lo que está pasando.
Los fotogramas más sórdidos se yuxtaponen a las imágenes inocentes del hijo del protagonista, y la presencia del frío ojo de la cámara lo registra todo mientras está sucediendo. Porque A Serbian Film es una mirada sobre la función de la pornografía, la naturaleza y la perversión del deseo sexual, y nuestro papel cómplice como espectadores. Como un Hostel a la europea, resulta curiosa, disparatada y pretenciosa a partes iguales. Interesante en un principio, según avanza va perdiendo originalidad y capacidad de sorpresa, hasta acabar como una película gore más. Mucho más extrema y explícita que Asesinato en 8mm, pero igualmente malograda.