Crítica Ciudades de Papel

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Margo Scott Spiegelman es como esa herida en el paladar que sanaría si dejaras de tocarla con la punta de la lengua pero simplemente no puedes. Esta frase que en boca del personaje interpretado por Edward Norton sirve para definir a Marla Singer (Helena Bonham Carter) en “El club de la lucha” (“Fight Club”) bien podría aplicarse a Margo Scott Spiegelman a la que da vida en lo que es un grandísimo acierto publicitario la modelo Cara Delevinge, actriz que ha copado numerosas portadas tanto por temas relacionados con su carrera como por otros de índole personal y que ha dado infinidad de entrevistas para hablar de su personaje en la película de Jake Scherier que aunque es fundamental para hacer avanzar a la historia no deja de ser un secundario. De lujo pero secundario.

En 1984 Jeff Kanew rodó la mítica “La revancha de los novatos” (“Revenge of the Nerds”) una muy entretenida comedia acerca de un grupo de nerds que recién llegados a la universidad sufrían todo tipo de humillaciones por parte de los descerebrados miembros de la hermandad alfa-beta para acabar tomándose la venganza a su manera. Pues bien, la revancha de los novatos ha llegado y con mucha fuerza al cine protagonizado por adolescentes. Los pagafantas, los nerds, todos esos chicos que han sido rechazados por sus amores platónicos están de enhorabuena ya que ven como la desesperación, el hastío y el cansancio se convierte en su mejor arma para conseguir todos aquellos sueños que de otra manera jamás podrían no ya alcanzar si no ni siquiera rozar. El cine americano parece transmitir la muy preocupante y machista idea de que su debilidad es tu ventaja. David Robert Mitchell dirigió en el año 2014 una sorprendente cinta de terror muy deudora de películas como “La noche de Halloween” (“Halloween”) y “Pesadilla en Elm Street” (“Nightmare on Elm Street”) en la que una maldición era poco menos que una enfermedad de transmisión sexual (El cine, especialmente el de terror sigue demonizando todos aquellos comportamientos que considera pecaminosos). El mejor amigo de la protagonista de la película, Keir Gilchrist, ve como podrá hacer creer a todo el mundo que es un gentil caballero capaz de sacrificarse con tal de conseguir lo que siempre ha deseado: Acostarse con su amiga.

Ahora ese aparente cruzado capaz de recorrerse medio estado con tal de dar con el objeto de su obsesión, obsesión que ha pasado olímpicamente del chico hasta que lo ha necesitado (O mejor dicho a su coche… Habría que ver que hubiera sido de “Ciudades de Papel” si las hormonas de Quentin no le hubieran nublado el juicio y no hubiera cedido a la petición de Margo Scott Spiegleman de putear a sus amigos de la manera mas cutre y triste vista en pantalla grande desde hace mucho tiempo. Igual que ocurría con “Bajo la misma estrella” – “The Fault in our Stars”, la cinta de Schereier posee fallos y debilidades que ya tenia la novela original de John Green, autor cuyas novelas enganchan por su prosa fácil que no por la complejidad de las historias. Un claro ejemplo de esto es la composición del personaje de Margo Scott Spiegelman, mujer independiente con unos claros ideales que se alejan del común de los mortales, que se ha escapado varias veces de casa y que sobre todo busca y anhela la libertad por lo que resulta sorprendente que el elemento que sirve para despertar definitivamente su sueño sea que su popular novio le engañe con su mejor amiga. Ninguna herida más típica y convencional para un mujer tan particular como Margo Scott Spiegelman). Seamos claros, lo que siente Quentin no es amor si no una preocupante idealización de una chica que le atrae físicamente pero a la que no conoce absolutamente nada. Margo Scott Spiegelman (Repito constantemente el nombre completo ya que parece ser algo obligatorio para referirse a la chica) tiene un serio problema de egocentrismo, necesita que todo el mundo le preste atención ya sea convirtiéndose en la chica mas popular del instituto bien sea torturando a sus padres con sus constantes fugas. Tanto ella como Quentin Jacobsen necesitan urgentemente un psicólogo. Si Marla Singer era el detonante del cambio en la aburrida vida del personaje interpretado por Edward Norton en “El Club de la lucha”, Margo Scott Spiegelman lo es en la de Quentin. Aquí no hay desdoblamientos de personalidad, no hay mensajes que bordean el terrorismo aunque si que los hay en contra del sistema establecido, en contra de la idea de felicidad que se nos intenta vender como es tener un buen trabajo al llegar a los treinta (La sombra de “Bajo la misma estrella” es alargada, no solo por el deseo de Quentin de ser oncólogo si no también por el cameo de Ansel Elgort protagonista de aquella o porque el actor que da vida a Quentin es Nat Wolf que interpretaba al mejor amigo del personaje de Elgort, actor que resulta perfecto como ese joven estudiante con una mas que probable adicción a disfrutar del sexo consigo mismo) casado y con hijos (No estoy en contra de ir contra la norma establecida, contra el mensaje que nos han enseñado desde pequeños y que convierte a muchos adultos en mediocres y depresivos – Como decían en “The eternal sunshine of the spotless mind”, los adultos están hechos de tristezas y fobias y como también comentaban en “Código 46”, Los hijos de todo el mundo son especiales, no se de donde salen tantos adultos mediocres- si no con la forma elegida por Green de hacerlo. La idea de presentar a una niña con serios problemas mentales que se cree elegida por el dedo divino de Dios para despertar del letargo al joven vecino cuya existencia le era indiferente hasta hace unas pocas horas me parece fuera de todo lugar. Eso sumando a la criminalización de los padres de esta mostrados casi como auténticos ogros que dan la espalda a su pobre hija, idea que queda reforzada mediante las palabras de la madre de Margo Scott Spiegelman y remarcada por la posición de los padres de Quentin al escucharlas, hace que todo este demasiado prefabricado para hacer que la historia evolucione y que Margo Scott Spiegelman que de otra manera seria imposible acabe cayendo bien al espectador)

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No hay nada en “Ciudades de Papel” que no nos hubiera contado antes Stephen Chbosky de manera mas sutil y precisa en la notable “Las ventajas de ser un marginado” (“The Perks of being a wallflower”) que desarrollaba como intenta hacer Green en su novela y el propio Chbosky en la adaptación a la pantalla grande el proceso de madurez de los protagonistas, el despertar a una nueva mas allá de los libros y del instituto. Mientras Chbosky abordaba su historia con gran sensibilidad mostrando también a una serie de personajes con serios problemas para relacionarse y que arrastraban grandes traumas (especialmente en lo que se refiere a su protagonista), Green lo hace de una manera mucho mas ilógica e innatural tomando como base para su historia una anécdota que se pude calificar de cualquier manera pero que resulta del todo injustificable. Si entra dentro de la lógica que Charlie (Logan Lerman) conozca a Sam (Emma Watson) y Patrick (Ezra Miller) que le harán descubrirse a si mismo, no lo es tanto que ese proceso de madurez y autoconocimiento venga generado por la huida voluntaria de una chica que lo tiene todo. Resulta inevitable pensar en la cinta de Chbosky a la hora de ver “Ciudades de Papel” muy especialmente en lo que a la escena del baile del instituto se refiere. Si Chbosky nos muestra de manera sobresaliente en ese breve momento toda la evolución de su protagonista (De tímido patológico a abrirse y ser capaz de relacionarse con gente) apoyándose en la mítica canción de los Dexys Midnight Runners “Come on Eileen”, Schereier intenta rodar algo parecido: Una escena que demuestre el cambio del protagonista y la relación con sus amigos pero por desgracia no lo consigue. Ambas escenas están planteadas de igual manera: Los amigos bailan como locos, el protagonista se acerca a ellos poco a poco mientras la música lo va llevando pero en un caso ese momento consigue emocionarnos y arrancarnos una sonrisa mientras que el otro lo único que transmite es la mas pura indiferencia.

En el año 2014 Tetsuya Nakashima adaptó una novela de Aki Fukamachi que dio lugar a la película “The World of Kanako” cinta que narraba el esfuerzo de un padre por encontrar a su hija desparecida. Le gustaban tanto los misterios que acabó convirtiéndose en uno. Esta es la frase que es utilizada, al menos en Espala para publicitar la cinta de Schereier. La idea de convertirse en un misterio es compartida con la cinta de Nakashima aunque el director japonés aborda el tema de una forma mas perversa y sádica, haciendo de su Kanako una especie de Laura Palmer todavía mas pasada de vueltas (Y de otro tipo de sustancias también). Si algo tiene la película de Nakashima es que esta parece ser la versión adulta de la novela de Green, la historia que este no se atrevió a contar por estar destinada a un público masivo lo que hace que haya que ser políticamente correcto (Si..yo también me creo eso de que en un pueblo de mala muerte en medio de la nada, una joven que se ha escapado de casa va a encontrar trabajo para pagarse la comida. ¿O es que soy el único que se planta de donde Margo Scott Spiegelman saca el dinero? Porque que yo sepa… el dinero se acaba). No dejamos de pensar que Quentin bien podría ser ese amigo de Kanako usado por ella cuando quiere, un juguete en manos de alguien que siempre ha conseguido lo que ha querido.

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“Ciudades de papel” es una cinta destinada a un público adolescente que si no conoce la novela original en la que se basa es muy probable que salga decepcionado del cine ya que esta película no desarrolla una bonita historia de amor como ocurría en “Bajo la misma estrella”. La cinta de Schereier acaba saturando al espectador por la constante obsesión de Margo Scott Spiegelman por las ciudades de papel, idea que repetida hasta la saciedad hace que desconectemos de lo que Schereier nos esta intentando contar (A lo que hay que sumar frases tan ridículas como las que hacen referencia a las mayúsculas en las palabras). Hay que ser honrados y reconocer que todo esto ya estaba en la novela original de Green peo resulta sorprendente la licencia que se toman Scott Neustadter y Michael H. Weber a la hora de adaptar la historia a la pantalla grande en lo que a la justificación del viaje que realiza Quentin con sus amigos (El resto es muy, demasiado fiel a la novela original). Las prisas por encontrar a Margo Scott Spiegelman debido a que esta no va a estar en la ciudad de papel mucho tiempo es cambiada por la idea de tener que volver pronto para ir al baile. Esto hace que nos planteemos dos cosas, una de ellas es que esta forma de tratar el tema hace que podamos prescindir de los amigos de Quentin y dejar un final un poco mas redondo que el de la novela, el otro que los amigos consideran que lo importante es ir al baile y no como nos habían hecho creer acompañar a su amigo y encontrar a la chica perdida. Sorprendente clasificación de aquello que es importante. La cinta de Scherier es por desgracia un quiero y no puedo, lastrada por la poca consistencia de la novela original y que nos deja en definitiva una película totalmente prescindible. Parafraseando otra vez al personaje interpretado por Edward Norton en “El club de la lucha”: “Si tuviera un tumor lo llamaría Margo Scott Spiegelman”

Lo mejor: Nat Wolff resulta perfecto como ese joven obsesionado con su vecina
Lo peor: La forma elegida por Green para difundir su mensaje.

Título: Ciudades de Papel – Paper Towns
Año: 2015
Género: Drama – Romance – Misterio
Duración: 109 min.
Director: Jake Schereier
Guión: Scott Neustadter y Michael H. Weber según la novela de John Green
Música: Son Lux
Interpretes: Nat Wolff, Cara Delevinge, Austin Abrams, Justice Smith, Halston Sage, Jaz Sinclair, Cara Buono, Josiah Cerio, Hannah Alligood, Meg Crosbie, Griffin Freeman, Caitlin Carver
Nota: 3
Sinopsis: Margo Scott Spiegelman. Ese es el nombre que obsesiona a Quentin. Después de que este el ayude a vengarse de su ex-novio y sus amigas y esta desaparezca, el chico hará todo lo posible por averiguar que ha sido de ella para encontrarse a si mismo.