Crítica Call Girl

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Los años 70 en Suecia fueron los años de la consecución del estado del bienestar, esa utopía política que garantiza unos derechos y oportunidades para todos por igual. Fueron los años de la liberación y en Suecia los gobernantes se llenaban la boca de conquistas que favoreciesen la igualdad de la mujer. Pero en aquella década también encontramos claroscuros y dobles morales, y ni el país nórdico se libra de ellos. Call Girl, más que interesante película de Mikael Marcimain, muestra como el poder corrompe hasta niveles donde la prostitución, incluso de menores, se convierte en un pasatiempo más.

A pesar de que la película data del 2012 la estética y la narración del film nos recuerda a Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976). La ópra prima de Marcimain debe mucho a este film de narración pausada, sin alardes técnicos pero que cuestionaba los estamentos políticos desde el punto de vista de dos periodistas que luchan por mostrar la verdad. Mientras el film de Pakula se basaba en el caso Watergate en esta ocasión los hechos que sirven de referencia a Call Girl son el proxenetismo del que hacían gala determinados cargos públicos en la Suecia de los 70.

El film nos presenta a dos jóvenes internadas en un centro de acogida, a quienes su rebeldía les invita a conocer los bajos fondos de la ciudad donde canjear dinero por sexo es relativamente fácil. Su belleza e ingenuidad les lleva a caer en los tentáculos de una regenta de un prostíbulo que abastece las más bajas fantasías de políticos y cargos públicos sin escrúpululos, una vez dentro de esta vorágine de droga y sexo no podrán salir de este mundo que les consume poco a poco. La salida de túnel parece encontrarse en la figura de un investigador policía que empieza a tirar de la manta descubriendo poco a poco el alcance y la gravedad de la situación. Tanto las jóvenes como el policía muestran desde su visión la impotencia y la injusticia que les rodea, donde los mandamases actúan como mafias evitando cualquier escándalo público.

El film avanza lentamente, mostrando cautelosamente cada escena que gana en tensión a medida que avanza la película. Los actores se meten de lleno en su papel, donde el alcohol, la suciedad y las drogas son parte integrante de la narrativa de esta sórdida muestra cienmatográfica que golpea duramente a la clase política del momento.

El debút Mikael Marcimain le augura un próspero futuro, aunque ya se han dado cuenta los espectadores que disfrutaron de Call Girl en los festivales donde se ha proyectado. Le seguiremos la pista.

Saludos cinéfilos!!