Crítica Big Bad Wolves
En el 2011 el dúo formado por Keshales y Papushado presentaron en el Festival de cine de Sitges su película “Rabies” (“Kalevet”), una muy estimulante cinta que analizaba la violencia inherente en la sociedad actual. Vendida como la primera película israelí de terror esta fue programada desde mi punto de vista de manera errónea en un maratón entre la desquiciada y brutal “Inbred” y la festiva por su incoherencia y su falta de lógica “Sudor frío” que hacían de esta última una de esas películas ideales para ver con gente y reír sin parar. El tono de las películas que se proyectaban antes y después de “Rabies” no casaba ni en forma ni en fondo con la propuesta de la película israelí, además su hora de proyección si no recuerdo mal cerca de las 4 de la mañana hacia que esa no fuera la mejor hora para ver una cinta de ritmo lento y con bastante mensaje. “Rabies” es la típica película que adquiere fuerza y peso si una vez acabada se habla y se reflexiona sobre ella y por desgracia a esas horas y después de un festival gore y antes del mayor sin sentido que he visto en una sala de cine no daban para ponerse a filosofar. Pero la opera prima de Keshales y Papushado es una de esas obras que hay que recuperar y a la que merece la pena dedicarle hora y media de nuestras vidas.
3 años después de su opera prima llegó a los cines “Big Bad Wolves” cinta aclamada por critica y público, ganadora del premio a la mejor dirección en el último Festival de cine de Sitges y considerada por Quentin Tarantino la mejor película del año pasado (Aunque soy fan del cine de Tarantino especialmente de sus primeras cintas últimamente me dan miedo sus palabras y sus listas, no dejo de tener la sensación de que el director esta demasiado endiosado y que sus consideraciones son tomadas por muchos casi como dogmas religiosos). Keshales y Papushado narran en “Big Bad Wolves” una dura historia envuelta en una atmósfera de perverso cuento clásico, una historia acerca de un lobo, de un terrible asesino que no solo acecha a las chicas que juegan en el bosque si no que las viola y las tortura salvajemente. Un policía que se extralimita en sus funciones para dar con el asesino, el padre de su última victima y un profesor de religión acusado de pedofilia son los personajes sobre los que pivota la cinta.
Lo peor de “Big Bad Wolves” es el recuerdo todavía presente de la notable “Prisioneros” de Denis Villeneuve. Ambas cintas comparten el núcleo de su historia: una niña como victima, un policía que investiga el caso, un supuesto pedofilo y un padre que busca respuestas por su cuenta ya que la policía no puede dárselas. Tanto la cinta de Villeneuve como la de Keshales y Papushado no dejan de plasmar las obsesiones de los directores que ya mostraron en sus anteriores cintas tratando de analizar la violencia como principal motivo para justificar nuestras acciones, pero mientras la visión del canadiense sobre el drama que sufre una familia por el secuestro de su hija tiene un tono sobrio por momentos academicista y aunque no estaba exenta de violencia huía del morbo, Keshales y Papushado afrontan su cinta con mucho humor negro igual hasta con demasiado humor negro (Hecho este totalmente inapreciable en el trailer de la película y que suponemos que habrá sido un gran punto a favor para que Tarantino considere a “Big Bad Wolves” como una de las grandes películas del año pasado). Es de agradecer que la película israelí se aleje de la propuesta de Villeneuve tanto en el tratamiento del personaje del policía como en el humor negro con el que ambos envuelven a la durísima historia de venganza y de búsqueda de respuestas por parte de los protagonistas, sin ese humor es probable que aquello que nos están contando y como nos lo están contando hubiera resultado demasiado difícil de digerir para gran parte del público. Es sorprendente como dos cintas tan parecidas en forma se alejen tanto en el fondo y sean capaces de marcar su propio territorio que aun teniendo puntos en común se diferencian lo suficiente para que cada una tenga su propio espacio y personalidad.
Keshales y Papushado saben dotar a su historia del interés suficiente para que veamos toda la cinta sin desfallecer, saben compensar la dureza de lo que nos cuentan con el humor, a veces de forma temeraria pero siempre de un modo perversamente inteligente. Ambos componen notables escenas envueltas en una atmósfera de terrible cuento de hadas escrito tal y como dice el padre de la última victima por la policía israelí (Sensaciones que quedan patentes en muchas escenas pero especialmente en el juego inicial de los niños, esa casa en medio de la nada pero rodeada de lo que para ellos son otros monstruos o esa hilera de gominolas que llevan a la policía hasta la victima…) y dotan a su cinta de una violencia que no solo es física si no también verbal (La narración de todo lo que el asesino hace a sus victimas es realmente espeluznante). Los actores están prácticamente perfectos, ese profesor de religión acusado de pedofilia que muestra una tremenda fragilidad y que no entiende por que esta en esa situación, un policía que solo busca la verdad y que por momentos anda pasado de rosca y ese padre que solo desea encontrar la cabeza de su hija para así poder darle sepultura siendo este un personaje terrorífico como pocos haciendo que la película gane enteros cada vez que este esta en pantalla. Este es uno de esos personajes que merecen un análisis en profundidad, comparando su actitud con la del personaje interpretado por Hugh Jackman en “Prisioneros” viendo como el segundo es capaz de hacernos compartir sus sentimientos, su dolor y su frustración mientras que el primero es incapaz de hacernos sentir su perdida ya que su frialdad y su dureza resultan terroríficas, hecho este que nos lleva a pensar que lo único que busca realmente es venganza. Y es aquí donde “Big Bad Wolves” enlaza perfectamente con “Rabies”, muchos de nosotros de algún modo u otro podemos llegar a ser monstruos, muchos podemos tener dentro de nosotros una casa en medio de la nada rodeada de posibles amenazas donde cualquiera de nosotros seriamos capaces de hacer cualquier cosa por defender a los nuestros. “Algunos hombres son creados malvados” reza el cartel de “Big Bad Wolves” ahora solo toca pensar en lo que haríamos si alguno de nosotros fuéramos el padre de la última de las victimas… igual la respuesta nos puede dar tanto miedo que es mejor no plantearse la pregunta. Keshales y Papushado nos vuelven a dejar otra obra sobre la que hay que hablar y mucho una vez acaban los títulos de crédito finales y a la que habría que acompañar en una sesión doble con la soberbia “Memories of Murder”. Muy Recomendable.
Lo Mejor: Se queda en la memoria durante mucho tiempo..
Lo Peor: Cierta indefinición hasta que la relación entre los personajes queda explicada
Título: Big Bad Wolves
Año: 2013
Genero: Thriller
Duración: 110 min
Director: Aharon Keshales y Navot Papushado
Guión: Aharon Keshales y Navot Papushado
Música: Frank Ilfman
Interpretes: Lior Ashkenazi, Rotem Keinan, Tzahi Grad, Doval’e Glickman, Menashe Noy, Kais Nashif, Nati Kluger, Dvir Benedek, Ami Weinberg
Nota: 7,5
Sinopsis: Un brutal crimen. Un policía capaz de todo con tal de dar con el asesino, el padre de la última victima que busca respuestas y un profesor de religión acusado de pedofilia. Una pregunta y muchas respuestas.