[Critica] Asesinos de élite
Si por algo llama la atención el debut en el terreno del largometraje del director Gary McKendry es por lo peculiar de su propuesta argumental. Cuando lo normal desde el punto de vista cinematográfico es que las fuerzas más duras de Occidente se empeñen a fondo para aniquilar cédulas terroristas de naturaleza árabe; el realizador se atreve a modificar tal supuesto narrativo, al cambiar la nacionalidad de los antagonistas transformados en víctimas. De esta manera, la cosa queda sintetizada en la pregunta de ¿qué pasaría si un grupo de sicarios anglosajones fueran contratados para dar el pasaporte al Más Allá a varios antiguos miembros del SAS británico?
Sin embargo, tal giro de guion no es achacable solamente al ingenio del cineasta, que obtuvo una nominación al Oscar en 2005 –con su corto Everything In This Country Must-; ya que la idea germinal se halla en la novela escrita por Ranulph Fiennes, en cuyas páginas se basa libremente la película. Aunque el mencionado intento por sorprender se queda finalmente en una mera percha mediática, que pronto se diluye ante la concatenación de los trucos y efectismos más habituales y trillados en el género de acción propio de la era digital.
Con respecto a la historia, el asunto versa sobre un equipo de criminales profesionales -comandado por Danny y Hunter-que está algo quemado, después de haberse pasado años pegando tiros en los lugares más peligrosos del planeta. No obstante, es complicado alejarse voluntariamente de un mundo tan violento como el que estos individuos han escogido para ganarse los garbanzos. Y el jefe más joven de la pareja líder del team –Danny- deberá organizar nuevamente una operación para acabar con la existencia de unos tipos, a los que un jeque desea mandar a la tumba por ser los autores materiales de la defunción de su prole. Únicamente hay un problema para cumplir el contrato: los objetivos son ex militares de Reino Unido, y el plan debe llevarse a cabo -casi en su totalidad- en las calles de Inglaterra.
Avalado por un argumento de obvia adrenalina, el creador nutre su ejercicio con un montón de escenas, en las que los disparos se suceden a velocidad de vértigo y las persecuciones se convierten en el alma mater de Killer Elite. En medio de esta orgía de sangre y fuego, quedan bastante malformadas las personalidades de los protagonistas, a los que el director otorga un universo de cartón piedra demasiado previsible como para causar los necesarios atisbos de credibilidad. Dentro de ese esquema, la amargura del guerrero que intenta desplegar el papel de Jason Statham resulta en pantalla como si el actor leyera un prospecto para utilizar en interpretaciones semejantes (poco convincente, y aparentemente clonado de numerosos antecedentes heróicos); y la frialdad de postín del agente gubernamental al que da vida Clive Owen no arranca más que desconcierto e incoherencia (un personaje realmente confuso en la trama, del que no se explican las motivaciones y al que la tibia lealtad hacia un ente abstracto le obliga a transitar por un campo minado, de cara a una caracterización solvente).
Los explicados vértices hacen que la obra de Gary McKendry pierda eficacia conforme pasan los minutos del metraje, sin poder evitar retorcer las tesis que él mismo había sustentado en el arranque de la cinta; algo que hace alcanzando la incongruencia y cierta redundancia narrativa. Sin embargo -pese a los defectos señalados-, algunas de las secuencias de lucha están realmente logradas; lo que genera que la movie -si se prescinde de buscar virtudes por encima de las exigibles en un filme perteneciente al género de las explosiones y las guerras intestinas- se vea con facilidad; y hasta pueda llegar a entretener a los amantes de este tipo de títulos.
No obstante, es también una lástima que, reuniendo un reparto en el que existen nombres de peso en el séptimo arte más reciente como los de Robert de Niro y Clive Owen (aparte del crédito del que goza Statham como uno de los duros más taquilleros del siglo XXI), el creador no haya sacado más partido de esta producción (encima, contaba con los escenarios de la urbe de El Támesis para cubrir el aspecto escénico, con un paisaje sumamente reconocible y cercano).
Autor: kevinjesus20