Crítica Ágora
Alejandro Amenábar no es un director adicto a un género, cuando muchos directores dominan un tipo de película es difícil que en su filmografía se encuentren obras adscritas a géneros con los que no se sienten cómodos. Sin embargo Amenábar, que consiguió la fama con films ligados al terror y la ciencia ficción, no ha dudado en tocar con maestría el drama con Mar Adentro (con Óscar incluido) y el cine histórico peplum con su última apuesta cinematográfica, Ágora.
Ágora cuenta la historia de Hipatia (interpretada por la ganadora del Óscar Rachel Weisz), una filósofa, pensadora y astrónoma que vivió en la Alejandría del siglo IV y que se convirtió en una de las personalidades culturales más importantes de la historia antigua, además de personificar los primeros intentos de fenimismo e igualdad para la mujer, todo ello en un Egipto dominado por el Imperio Romano, que daba sus últimos coletazos como líder mundial.
Mientras la guerra de poder entre los cristianos y los paganos está presente en cada decisión, la tensión entre ambos grupos es tan creciente que la guerra sólo es cuestión de tiempo. Ajena a estas circunstancias Hipatia se centra en su trabajo en la famosa biblioteca de Alejandría, donde pretende descubrir los secretos de la rotación de la Tierra alrededor del sol y arrojar algo de luz sobre los enigmas que esconde la astronomía, mientras tanto la guerra es cada vez más cruenta y la ceguera religiosa se hace patente. La religión (más concretamente el cristianismo) está presente en este film como lo estuvo hace cinco años en Mar Adentro, simbolizando la creencia ciega a un libro, la ausencia de crítica y a autocuestionarse cada sentencia escrita. Pero ni siquiera lo que se cuestionan preguntas son capaces de cambiar el rumbo, de hecho el esclavo Davo (Max Minghella),convertido al cristianismo, se da cuenta de que se encuentra en el punto de no retorno, donde la cruenta batalla del cristianismo, liderada po un Cirilo elevado a la categoría de Dios, no cejará en su empeño de conseguir el poder.
La religión también se presenta como elemento de ruptura entre todas las clases sociales, mientras que Hipatia enseña a sus alumnos que todos somos iguales, que todos tenemos más elementos en común que en contra, la religión supone la ruptura de las fraternidades más robustas tanto en la clase dirigente como en los esclavos.
Detrás de la parte histórica se encuentran una historia de amor no correspondida, de sensaciones que van más allá de las creencias y de decisiones tomadas con el cerebro y no con el corazón. Hipatia se muestra como la más luchadora, fiel a su razón y a sus estudios hasta el final, aunque conoce perfectamente cual será su final en un mundo ambicioso por el poder y no por el conocimiento. Hipatia arrodilla hasta al hombre más poderoso, es amada en secreto por aquellos quienes la persiguen y aún así se muestra tierna pero al mismo tiempo sabe que su labor es la de enseñar y dejar constancia de sus logros culturales, algo que sin duda consigue a base de sacrificio.
En el film de Aménabar se encuentran elementos de drama y de cine histórico-político. También es un director que nos hace pensar, que nos pregunta y nos deja patente que somos más pasivos de lo que creemos. Al final la película de Tesis, en aquel último plano en el hospital, nos muestra como nos atrae lo escatológico; en Mar Adentro nos plantea interrogantes sobre qué hacer en aquellos momentos más tragicos, y en Ágora podemos sentirnos personalizados en Davo o en Orestes (Oscar Isaac), dos enamorados de Hipatia a los que los acontecimientos les llevan por otro camino y cuyas decisiones les alejan irremediablemente de su musa y admirada mujer.
Ágora ha costado ha costado 50 millones de euros, con una participaciòn mayoritaria de Telecinco (el dinero gastado queda patente en la reconstrucción de Alejandría). Pero el despliegue de superproducción no eclipsa la excelente labor de actores como Rachel Weisz (Hipatia), Max Minghella (Davo), Oscar Isaac (Orestes), Ashaf Barhom (Amonio), Michael Lonsdale (Teón), Sammy Samir (Cirilo), Richard Durden (Olimpio), etc.. y el meditado guión de Amenabar y su fiel Mateo Gil. Ágora es uno de los films convertidos a convertirse en una de las producciones españolas más internacionales cuyo éxito será más que merecido, Amenábar está en buena forma.